Tomás Chivato | 01 de marzo de 2021
En otros países, primero se promulgaron las leyes de cuidados paliativos y después las de eutanasia. Me temo que aquí empezamos la casa por el tejado, sin cimientos, debate ni valores.
Durante los pasados 9, 10 y 11 de febrero, se ha celebrado el IV Congreso Nacional de Bioética al servicio de la vida y la salud en la Universidad CEU San Pablo, organizado y dirigido por los profesores Manuel Bustos y Juan Ignacio Grande, director y secretario general del Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala, respectivamente. Ha tenido lugar de forma virtual con una elevada participación. Uno de los temas centrales ha sido la eutanasia. Se han abordado temas de actualidad, como la dramática situación en la que vivimos por la pandemia COVID-19, la ley que está en curso de aprobación o la asignatura pendiente de los cuidados paliativos. Ponentes como los Dres. Manuel Martínez-Sellés (presidente del Colegio de Médicos de Madrid), Federico de Montalvo (presidente del Comité de Bioética de España) y Alberto Alonso (jefe de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Universitario La Paz) nos han ilustrado al respecto.
Es conocida la Proposición de Ley Orgánica de regulación de la eutanasia, publicada en el Boletín Oficial de las Cortes Generales con fecha 17 de diciembre de 2020.
Llama poderosamente la atención el escaso, casi inexistente, debate social, científico, técnico, ético, deontológico y político surgido respecto a la tramitación de la proposición de ley y a sus implicaciones.
En el mundo actual es evidente que hablar de la muerte no es habitual. Hemos de vivir aceleradamente, con prisas y sin tener una perspectiva adecuada acerca de dónde venimos, dónde estamos y hacía dónde nos dirigimos. Se nos ha perdido la brújula.
Vivimos en un gran país, con un clima envidiable, una dieta saludable y un sistema sanitario con muchas fortalezas. La esperanza de vida en España se sitúa entre las mayores del planeta, únicamente superada por Japón. Esta longevidad se asocia al envejecimiento, que conlleva la aparición de enfermedades crónicas que precisan de una atención sociosanitaria.
Ante esta realidad descrita, ¿necesitamos esta ley de eutanasia o necesitamos desarrollar adecuadamente el cuidado a nuestros mayores, los cuidados paliativos y las ayudas sociales? Es muy llamativo que estemos en los últimos lugares de la Unión Europea en estas necesidades reales de los cuidados sociosanitarios.
Se habla mucho de la autonomía del paciente. Siendo un principio fundamental la autonomía del paciente, ¿nos preocupamos realmente de facilitar dicha autonomía? ¿Tenemos correctamente desarrolladas todas las ayudas sociales y económicas para nuestros mayores y nuestros discapacitados?
En otros países, como Colombia o Canadá, primero se promulgaron las leyes de cuidados paliativos y después las de eutanasia. Me temo que aquí empezamos la casa por el tejado, sin cimientos, debate ni valores.
La Sociedad Española de Cuidados Paliativos informa repetidamente de la falta de esta especialidad y de médicos formados y con experiencia en esta relevante área de la medicina. Muy pocos especialistas existentes para tratar a decenas de miles de pacientes que precisan cada año de una atención personalizada.
Es muy relevante destacar que la Asociación Internacional de Medicina y, especialmente, la Asociación Médica Americana han indicado específicamente que la eutanasia no es un acto médico.
«La Asociación Médica Mundial reafirma su fuerte convicción de que la eutanasia está en conflicto con los principios éticos fundamentales de la práctica médica, y la Asociación Médica Mundial alienta firmemente a todas las asociaciones médicas nacionales y a los médicos a abstenerse de participar en la eutanasia, incluso si la ley nacional lo permite o despenaliza en ciertas circunstancias», y que ha reiterado en la 70ª Asamblea General de la Asociación Médica Mundial, Tiflis, Georgia, en octubre de 2019, manifestando nuevamente que «la Asociación Médica Mundial reitera su fuerte compromiso con los principios de la ética médica y con que se debe mantener el máximo respeto por la vida humana. Por lo tanto, la Asociación Médica Mundial se opone firmemente a la eutanasia y al suicidio con ayuda médica».
En la proposición de ley solo se permite la objeción de conciencia personal de los profesionales sanitarios implicados directamente en la realización de la prestación de ayuda para morir. Se prevé la creación de un registro de objetores de conciencia, sin precisar qué organismo debe crearlo y sin contemplar la creación de un registro inverso, es decir, de no objetores. La ley tampoco contempla la posibilidad de objeción de un centro sanitario.
En esta proposición de ley, en relación con la formación continua se específica que se deja en manos de la comisión de formación continuada de las profesiones sanitarias, adscrita a la Comisión de Recursos Humanos del Sistema Nacional de Salud, la coordinación de dicha formación, tanto en aspectos técnicos como legales, sobre comunicación difícil y apoyo emocional. No se refleja, en relación con esta formación, su enfoque en pregrado ni en posgrado.
Tampoco se refleja en esta proposición de ley la financiación, sin precisarse si se abordará posteriormente. En este sentido, no se precisa si será el Estado el financiador o serán las comunidades autónomas las que, total o parcialmente, van a actuar de financiadoras del aumento del gasto.
Recientemente, el Comité de Profesionalismo Médico del Colegio de Médicos de Madrid ha publicado un importante y clarificador Documento de Posicionamiento sobre la Proposición de Ley de Eutanasia en el Ejercicio de la Profesión, recomendando, previamente a que se apruebe un texto definitivo de esta ley:
– No recomendar la eutanasia como acto médico.
– Solicitar al Comité de Bioética de España un informe sobre el texto actual del proyecto de ley de eutanasia.
– Permitir informar sobre la posición del ICOMEM a los grupos parlamentarios y debatir con sus representantes las implicaciones de la norma para pacientes y médicos, así como las alternativas existentes.
– Promover un debate social, así como dentro de las profesiones sanitarias, sobre cómo debe abordar una sociedad madura, desarrollada y compasiva el deseo de adelantar la muerte, las etapas finales de la vida y la muerte digna.
– Elaborar previamente una ley de cuidados paliativos y etapas finales de la vida, que garantice las prestaciones sanitarias y sociales necesarias para aliviar el sufrimiento de estos pacientes y sus familiares y tener una muerte digna.
– Estudiar, con la profesión médica y los pacientes, alternativas más acordes con los principios deontológicos de la medicina.
– Implementar una formación específica a los médicos y sanitarios sobre cómo abordar y tratar el sufrimiento físico y psicológico de los pacientes.
El director del Servicio de Medicina Paliativa de la Clínica Universidad de Navarra siente que el proceso de la ley de eutanasia es como un mal sueño y apela a la comprensión hacia el paciente: «Lo primero que debo hacer cuando alguien quiere morir es sentarme junto a él y pedirle que me exponga sus razones».
El director del Instituto para Cuidar Mejor, que ha sido elegido como uno de los 25 embajadores de la Medicina española, analiza la vertiente más humana de los cuidados paliativos: «Están más centrados en la persona que sufre la enfermedad que en la enfermedad que sufre la persona», explica.